Rechazo por algunas personas que creía sus amigos y la confianza de nuevas amistades que sí confiaron en su inocencia fue la enseñanza que le dejó lo ocurrido a Ana Laura Fernández, quien permaneció detenida 21 días en el Centro Femenino de Rehabilitación, luego de ser acusada por el delito de maltrato.
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Resumen del caso
Y es que el punto de la discordia fue un auto mal estacionado en su residencia en San Antonio. Posteriormente, en medio de dimes y diretes, una menor de 13 años resultó golpeada.
Sin embargo, en el proceso del caso la joven madre denunció hostigamiento por parte de un comisionado de la Policía Nacional, e irregularidades en su proceso.
En la actualidad
Ana Laura y Roberto Suárez, con quien tiene ocho años de matrimonio y un hijo de 5 años, expresaron que luego de salir de la cárcel su vida no transcurre al 100%.
Esto se debe a que todavía deben subir y bajar escaleras para seguir con el caso de las denuncias, además, económicamente no están bien por el gasto que se dio en el proceso de su libertad.
"Es desgastante, pero si no lo hacemos, no se hará justicia", dijo Fernández envuelta de papeles de su caso.
Después de la tempestad, hay ganas de seguir adelante con palabras alentadoras, como la de una señora que se encontró en el supermercado, explica Ana Laura: "Hay gente que se nos quedan mirando, pero no dicen nada. Otras llegan y me abrazan y expresan que soy su héroe porque tuve la valentía de grabar ese video", contenido que afirma que si no lo hubiera hecho, aún estuviera detrás de las rejas.
Dormir por las noches es un reto para esta familia, pues hay lagunas de lo ocurrido que no los dejan conciliar el sueño. "Tengo pesadillas, al igual que mi niño, donde escucha o ve un patrulla se pone nervioso y llora", recordó temerosa.
Dejó un sabor amargo la cárcel
A pesar de todo lo que vivió y una intoxicación dentro del penal al ingerir una comida que encontró en su celda, la joven en libertad expresó: "No le tengo odio a las personas que me hicieron daño".
Aunque desconocen el rumor de que un grupo de vecinos recogen firmas para sacarlos de San Antonio, barriada donde viven, la pareja mencionó que por más cartas que firmen no son autoridad para decirles que se vayan del lugar que es su hogar.
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